El Espiritu de D. José Nicolas de Azara, descubierto en su correspondencia epistolar con Don Manuel de Roda Tomo I (Madrid: Imprenta de J. Martin Alegria 1846) pp. 209-211:
Roma, 2 de febrero de 1769.
Amigo y señor:
Hoy si que podemos decir, cómo te estás Juana: el Papa se vu recomendando á todas las beatas y beatos; pidiendo oraciones á monjas y frailes; hace muchisimas limosnas extraordinarias, para que Dios le ilumine en el aprieto terrible en que está metido: el caso es que la yerra de cuajo (si non es que lo hace con cierta ciencia, como yo sospecho); pues el Dios que le hablará, por boca de todo este beaterio, será el P. Rici; y su espíritu aflojará ó se animará, segun sople el viento de Viena. El retardo de la respuesta, todo depende de las noticias que de allá se esperan. El cardenal Alejandro tuvo esta semana una audiencia particular, y en ella procuró meter al Papa en la conversacion de jesuitas, y nuestras Memorias; nó con otro fin, que el de animarlo, y quitarle los miedos que ha concebido de Viena. Calini dice, que se lo contó el Papa miso. Yo, todo lo malo del mundo creo de Alejandro Albani; porque por los jesuitas, es capaz de echarse en un pozo, y de vender diez veces su córte, y achacarla lo que nunca ha pensado: en lo demas, el Papa nada se ha explicado, si hará consistorio, ó nó, ni cómo piensa dar esta respuesta. Los cardenales volantes murmuran de esta inaccion del Papa; pero es, porque se ven privados de manipular. Los mas echan fieros contra los jesuitas; pero si se vieran en el caso, quizá votarian todo lo contrario. De los palatinos, tampoce ha sido ninguno consultado, ni menos Torrigiani. Ellos entre ellos, han tenido mil juntas extrajudiciales, sin formalidad no orden, y por consiguiente que no concluyen nada; en suma, repito que las noticias de Viena seran las que determinaran el negocio.
Tanuci, á quien escribi que nuestras Memorias ho habian sorprendido al Papa ni jesuitas, y que el fraile Sanseverino, entre otros, habia dicho la especie, me viene este correo dando una repasata amistosa, porque dice que todo es falso, y me lo prueba con una cronología de hechos, los cuales los s&eacue; yo mejor que no él. Sé tambien, que Orsini se los ha escrito, y que él y los otros dos ministros, están en la opinion de que el Papa no sabia nada: yo estoy en la contraria; y aunque no lo supieron tan de positivo, como yo escribí en mi primera carta, pero supieron de que se trataba, y esto lo he confirmado por mil partes. El Papa engañó á Negroni, como lo hace siempre; y el Papa es mas disimulado de lo que se cree: basta reflexionar cómo recibió á Azpuru, la serenidad y presencia de ánimo con que se dejó espetar un jeringazo, el mas doloroso que ha recibido en su vida, y la sangre fira con que se lo quedó en el cuerpo. Cotéjese esto con los llantos, exclamaciones, furias y furriñas en que ha prorumpido, todas las otras veces que se le han llevado mensages, menos dolorosos. Añade Tanuci, que me vaya con tiento, porque alguna vez ha habido quien ha hecho ver ser falsas mis noticias: por esto no me inquieto, pues nunca he pretendido que mis avisos sean articulos de fé: somos cinco á escribir; yo digo una cosa, cuatro la contraria; luego yo non tengo razon, donde se cuenten los votos y on se pesen; basta, en fin, que yo no me invente lo que escribo. Esto, en sustancia, he respondido á Tanuci; y lo repito á vd., porque es mi paño de lágrimas: es verdad, que tanuci no me advierte estas cosas, sino por amor que tiene; de lo cual me dzá pruebs que me confunden; y por lo mismo, he creido deber sincerarme con un amigo, para que no me lo deje de ser.
El autor del adjunto libro, es aquel P. Contini, teatino, que está en Venecia, que era el que componia las reflexiones, sobre la expulsion de los jesuitas de España, y de quien hablé á vd. varias veces. Creo que pasará luego al servicio de parma, y Dutillot hace en él una buena adquisicion: á nosotros nos hizo mucho honor con sus libretes.
En fin, se confirma que Mr. D'Aubeterre debe partir luego de aquí, y que vendrá el aviñones Very. Todos estábamos consentidos en lo contrario; pero paciencia, no obstante que á uno se le pudra la sangre: yo no puedo acabar de concebir este disparate. Monseñor Conti, que como he escrito á vd., es el confidente mayor de Very, y aun de Azpuru, y que ha desertado del buen partido al malo, va con la carta de Very en la mano, jactándose de este triunfo.
La adjunta papeleta contiene las preguntas que el gobierno de Génova ha hecho á todos los superiores de las casas religiosas de su dominio: vea vd. que es un buen catecismo.
Mr. Digne, que está en Paris, y su muger, que está aquí, me interesan para que incluya á vd. la adjunta Memoria, la cual informara á vd. de su pretension. Lo que quisieran es, que vd. la recomendase á ese embahador de Francia, para que la enviase así adornada, á su córte: yo conozco la dificultad, el despropósito, por mejor decir; pero, ¿qué manera puede uno hallar de escusarse? Usted haga lo que le parezca.
Nuestro correo no parece. Soy siempre de vd. AZARA.
—Sr. Roda.
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