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El Nuevo Sol/ Khristian Garay

Las trabajadoras domésticas estån expuestas a abusos contra sus derechos laborales.

Trabajadoras domésticas son explotadas

María Esther Solórzano ha cuidado niños y limpiado casas desde que llegó a este país hace 20 años. En 1988 vino ilegalmente de Honduras dejando atrás a sus tres hijos pequeños para trabajar y así poder mantenerlos.

“Yo les doy casa, comida, ropa, todo; a ellos y a mi mamá”, afirmó Solórzano.

Ella había pensado estar aquí sólo por un tiempo para poder ahorrar dinero y volver a Honduras. Y aunque si ha regresado, y lo dice con su ojos llenos de lágrimas, ha pasado la frontera seis veces para volver y seguir trabajando.

“Mi país esta muy pobre y mi vida ya esta hecha”, señaló Solórzano.
           
Todos los martes a las 5:30 de la mañana Solórzano se va de su cuarto que alquila en la cuidad de Los Ángeles. Toma dos buses hasta llegar a la cuidad de Woodland Hills justo a las 8 de la mañana. Ahí Solórzano se queda con una familia la cual depende mucho de ella porque les lava la ropa, les cocina, cuida los niños y les mantiene la casa limpia.

La “patrona”, como Solórzano la llama, la encontró por medio de una agencia.
Estas agencias son una manera de colocar a las mujeres en casas para limpiar y cuidar niños.

En la ciudad de Los Ángeles hay más de cien mil trabajadoras domésticas. Estas mujeres son empleadas por familias que buscan a “Mary Poppins” en cada una de ellas; tienen que cocinar, limpiar, lavar y cuidar los niños. Todo esto se repite por lo menos seis días a la semana y trabajar más de ocho horas al día sin un sólo descanso o sin tener tiempo para almorzar es algo normal en este tipo de trabajo.

Mommy’s Domestic Agency es una de las agencias a la cual Solórzano esta acostumbra a ir para encontrar trabajo. María Dora Pepay es la dueña y fundadora de Mommy’s.

La idea de abrir una agencia le surgió de una experiencia personal. Uno de sus primeros trabajos en este país fue de secretaria en una de las pocas agencias en el Valle de San Fernando durante los años 80. Ella dijo que con lo que aprendió supo que podía ofrecer mejores oportunidades a otras mujeres y quería hacerlo a su manera.

“Les trato de enseñar porque la mayoría de estas mujeres son pobres, sin cultura, gente que no tuvo ninguna oportunidad en su país”, apuntó Pepay.

Ahora Mommy’s Domestic Agency tiene más de 14 años y es una de las agencias mas conocidas en este campo. Las mujeres, a las que ella llama niñas, llegan por referencia. La agencia no utiliza ningún tipo de anuncio publicitario, pero sí publican un anuncio para las empleadoras en una revista local. Aún así, Pepay aseguró que su trabajo no es fácil.

“Es muy difícil vender el servicio de un ser humano”, afirmó Pepay “porque ese ser humano tampoco lo conoces”.

El proceso para encontrar trabajo en esta y todas las agencias es igual. Se llena la solicitud con nombre, edad, país de origen, estado civil y capacidad de inglés. Se paga una cantidad por utilizar los servicios de la agencia pero sea que paguen antes o después de encontrar empleo tienen que esperar hasta que reciban la llamada para la entrevista, la cual es conducida por el respectivo dueño de la agencia con la empleada y la futura empleadora.

Pero también preguntan sobre el estado legal en el país. Este aspecto es lo que divide la manera en que trabajan las agencias.
           
Durante la investigación se presentó la oportunidad de entrevistar a dos agencias que no toman tanto en cuenta el estatus migratorio de las mujeres. Las dos se negaron a comentar al respecto.
            
Pero conversando con varias trabajadoras, como Solórzano, ellas se arriesgan a tomar el trabajo aún sabiendo que los beneficios laborales no van a ser los mejores.
             
Karla Hidalgo como Solórzano trabaja en una casa. Pero Hidalgo sólo limpia casas y tiene solamente dos años en Estados Unidos. Sin embargo, nunca ha ido a una agencia para encontrar trabajo. Hace dos años Hidalgo dejó su natal Guatemala, y su carrera de secretaria para cruzar la frontera con su pequeño hijo en busca de una vida mejor. Hidalgo ha aprendido a buscar trabajo por medio de otras mujeres, incluyendo la ayuda de su mamá.
           
“Por lo que he escuchado es mas o menos 50 por ciento lo que se deja en la agencia”, aseguró Hidalgo, “Y yo soy la que esta haciendo todo el trabajo”.
            
Recién llegada de Guatemala trabajó en una fábrica de ropa por un corto tiempo y tomó la decisión de limpiar casas por la diferencia en el sueldo. Ahora gana $300 por limpiar a una casa tres veces a la semana
           
En su poca experiencia ya ha sido expuesta a empleadoras que han intentado explotarla.
          
“En una de las casas a la señora no le importa mi trabajo, le importa hacerme trabajar más”, mencionó Hidalgo. “No me da tiempo para comer ni para tomar un traguito de agua”.
            
Hidalgo recuerda las pocas veces que en otra casa no la dejaban comer. Sólo se lo permitían en el área donde estaban los perros.           
               
Aunque ha encontrado la casa donde le pagan $300 a la semana, ella siempre va a la otra casa porque sólo ahí puede completar su semana de sueldo. Va los sábados porque el trabajo es muy pesado y dice que sólo lo aguanta una vez a la semana.
            
Hidalgo no piensa volver a Guatemala en un futuro cercano y ha fijado toda su ilusión de superación en su pequeño hijo de 4 años.
             
“Ahora lo veo todo diferente”, expresó Hidalgo. “El niño hace sus planes para el futuro y hasta sabe lo que quiere estudiar cuando este grande.”
            
Auque a su pequeño hijo le tiene un seguro medico por medio de una clínica del gobierno, si ella se enferma tiene que trabajar pues no tiene ninguna cobertura medica.
            
Afortunadamente, para estas trabajadoras existen lugares que ofrecen servicios para mejorar su situación como lo es la Coalición para los Derechos Humanos de los Inmigrantes (CHIRLA), una organización que brinda información y ayuda sobre servicios médicos y legales disponibles a este tipo de trabajadoras que son ignoradas por la sociedad.
              
Xiomara Corpeño es la directora de organización en CHIRLA. Ella afirmó que la meta es que las trabajadoras afectadas busquen soluciones para poder educar y lograr prevenir el abuso en este tipo de trabajo.
             
En el año 2001 un grupo de trabajadoras hicieron una pequeña encuesta sobre la situación en la que se encuentran las mujeres. Y aunque el análisis nunca se reportó formalmente, el resultado fue una lista de 32 derechos para las trabajadoras. La lista incluía derechos de sueldo y trato de parte de las empleadoras. Han pasado más de dos años desde que el grupo presentó la lista en el año 2005 ante el gobernador. Ninguna fue aprobada.
            
Por ahora CHIRLA no tiene una persona que se dedique a orientar a las trabajadoras domésticas. Aún así Corpeño dijo que seguir luchando es lo más importante.
          
“No ha cambiado mucho en este tipo de trabajo hay varias razones por las cuales no deben de darse por vencidas”, apuntó Corpeño. “Siempre hay que seguir aprendiendo pues es la única forma de lograr un cambio. Si dejan de luchar, las cosas pueden empeorar.”  
          
Corpeño aseguró que se trata de un movimiento social y ahora el enfoque está en las elecciones presidenciales del próximo año sobre los derechos de los inmigrantes. Hidalgo, Solórzabo y una gran cantidad de trabajadoras domésticas han pasado por situaciones que marcan sus vidas y por la necesidad siguen en este tipo de trabajo.
        
“Muchas veces no me tratan bien, me gritan mucho. Le pongo todo el empeño a mi trabajo”, dijo Hidalgo, “y sin embargo aunque me estén pagando nunca saben decir gracias”.