Miguel Ángel Castillo
Por Alondra Hernández
Conocer a Miguel Ángel Castillo es saber que es una persona con un carácter positivo que demuestra que el VIH no es un impedimento para intentar vivir una vida normal. A sus 33 años, Castillo es quizás una de las pocas personas en Casa Hogar Las Memorias que está casi listo para reintegrarse nuevamente a la sociedad.
“He llegado a aceptar que tengo un problema ya conmigo y no me lo voy a poder quitar. Ya está conmigo, vive conmigo, va conmigo a donde yo quiera, donde yo vaya, él va”, dice Castillo. “Entonces, yo no reniego por eso, yo no me amargo la vida porque tengo VIH”.
Castillo, originario de León, Guanajuato, ingresó por primera vez a Las Memorias hace cinco años después de haber sido diagnosticado con el VIH. Tenía un tiempo sintiéndose mal por lo que fue al medico en donde primero le diagnosticaron tuberculosis y le sugirieron que se hiciera una prueba del VIH. Al salir positivo, los médicos le platicaron sobre Las Memorias como una posible opción para recuperarse.
Cuando llegó al albergue, su situación era delicada. Castillo tenía que caminar con una andadera porque no podía pararse por sí mismo. La tuberculosis ya estaba avanzada y tuvo que estar bajo tratamiento por nueve meses, sin embargo poco a poco salió adelante.
“Es muy importante, yo pienso, (para) las personas que estamos afectadas por este problema, es muy importante el tener un espíritu de lucha, de decir, ‘¿sabes qué? Yo puedo, yo voy a salir adelante’”, afirma Castillo.
Fue precisamente con esa actitud, la cual aprendió en el albergue: no se ha dejado vencer y cree que aún tiene un futuro por delante.
Castillo desconoce como contrajo el VIH, pero dice estar casi seguro que fue por medio de una relación sexual sin condón que tuvo con una mujer. Nunca pensó que ella fuese a estar infectada, ya que era una persona muy guapa, pero ahora dice que el físico de una persona no debe importar a la hora de usar un condón para tener relaciones sexuales.
“Si es una mujer que esté bonita o si es un hombre que esté bien guapo, no por eso no pueden ser portador [del VIH]”, explica Castillo.
Sus descuidos fueron más allá de no usar condón al tener relaciones sexuales, a tal punto que llegó a consumir drogas intravenosas.
Castillo empezó a consumir drogas a los 15 años por causa de la desintegración de su familia. Sus padres se separaron y cuando su mamá se iba a trabajar, Castillo aprovechaba para salir a la calle en donde aprendió malos hábitos.
“A mí se me hizo más fácil andar en la calle, cotorreando, hacer lo que yo quisiera, vivir sin un control, hacer lo que me pareciera mejor, aunque ahora comprendo que fue un error”, señala Castillo.
Para él, las drogas fueron una serie de experimentos hasta que, a los 20 años, conoció la heroína y fue entonces cuando se enganchó. Ahora, su lucha más grande es en contra de su adicción.
Aunque Castillo sienta que la desintegración de su familia lo haya llevado a vagar las calles, él no culpa a sus padres.
“Yo pienso que nadie tiene la culpa. La única persona que tiene la culpa soy yo, como persona, como responsable de mi vida, de mis actos, yo soy el culpable de que el día de ahora tenga este problema por vivir la vida que vivía, bien desordenada”, dice Castillo.
A pesar de sus errores, Castillo ha tenido suerte, ya que cuenta con el apoyo de sus padres y de sus dos hijos, a quienes trata de visitar cada mes. A diferencia de otros pacientes, los que sienten el rechazo de sus seres queridos, Castillo no ha tenido que vivir momentos humillantes por ser portador del VIH. Ejemplo de ello es que hace un año tuvo una novia que estuvo dispuesta a establecer una relación con Castillo, e inclusive tener relaciones íntimas con él, aun sabiendo que tenía VIH.
Actualmente, Castillo intenta ayudar a su hijo de 15 años, quien hace poco ingresó al Centro de Integración y Recuperación para Alcohólicos y Drogadictos 3, para los menores. Castillo espera que antes de salir por tercera vez de Las Memorias, pueda encontrar la solución a su adicción para poder continuar con una vida normal con su familia, su trabajo y manteniéndose limpio de las drogas.