José Antonio Granillo:
"Ayudar es mi vida".
Por Ana Cubías
El Nuevo Sol, 23 de mayo de 2007
(English Version Included)
En un lote vacío, rodeado de roedores, polvo y cubierto con unas hojas de papel periódico, se encontraba durmiendo José Antonio Granillo. Hasta ahí lo había llevado su fuerte adicción a las drogas y el alcohol.
“Yo ya no podía caminar, yo ya había dejado de hacer asaltos y cosas que emocionaban porque ya no me podía (escapar) de la policía,” aseguró. “Yo era adicto a todo tipo de drogas. Tomaba alcohol de 96 grados”.
Afortunadamente, en 1997 Granillo buscó una salida más efectiva a sus problemas y decidió internarse al Centro de Integración y Recuperación para Enfermos de Alcoholismo y Drogadicción (CIRAD), y desde entonces su vida cambió.
“Duré 24 años en las drogas”, afirmó. “Gracias a este programa en CIRAD, ya llevo 10 años en recuperación”.
CIRAD no sólo le dio la oportunidad a Granillo de recuperarse de su adicción a la heroína y al alcohol sino también le abrió las puertas para convertirse en voluntario para el Albergue Las Memorias, un sitio que ayuda a pacientes con sida.
Granillo, quien es ahora el director de Las Memorias, señaló que el albergue tiene trabajando ocho años, desde el 4 de enero de 1999 y que se inició con un grupo de ocho servidores del (CIRAD) con el propósito de ayudar a personas de bajos recursos con sida y adicciones.
Desde entonces, este albergue se ha convertido en el pan diario de cada día de la vida de Granillo, ya que paralelo a atender personas con sida, él siempre tiene que estar pendiente de no tener una recaída en los vicios.
Granillo empezó a consumir marihuana y alcohol desde los 13 años de edad y hoy, después de haber obtenido ayuda profesional, ha descubierto que estas adicciones se generaron debido a complejos, traumas y falta de atención de sus padres durante su niñez.
“Mi papá nunca me dijo: ‘qué onda, cómo estas, cómo vas en las tareas, te ayudo, vente vamos a jugar a la pelota, o vamos al parque’”, dijo. “Nunca me dijo: ‘tú vales mucho, te quiero un friego, tú eres importante para mí’. Nunca me lo dijo”.
Granillo, de 49 años, aseguró que a través de CIRAD y los talleres que ha recibido, él ha aprendido a lidiar con éstos problemas y ahora les puede brindar esta ayuda a los pacientes de Las Memorias.
Granillo, originario de Mexicali, Baja California, mencionó que muchas de las personas que caen en adicciones, y por ende están en alto riesgo de contraer sida, provienen de familias disfuncionales, han sufrido de violencia doméstica, violación o simple y sencillamente no se aceptan como seres humanos.
En el albergue, hay sesiones que ayudan a los pacientes a explorar y descubrir estos traumas, ya sea por medio de testimonios, pláticas con psicólogos o por medio de la religión.
Las terapias también ayudan a los pacientes a reconocer sus adicciones a las drogas y al alcohol, ya “la gente cree que el alcohol no es droga, el alcohol desintegra familias, hay perdida de valores también te mueres de cirrosis y hepatitis, baja autoestima y terminas tirado, defecado y orinado tapándote con periódicos eso me paso a mí”, apuntó Granillo.
Granillo comentó que Las Memorias, el único albergue en Baja California que atiende a personas de bajos recursos con sida, ha crecido y cambiado mucho desde que comenzó.
“Esta casa se hizo para pacientes con fase terminal en aquel entonces, y esto lo consideraban que La Morita [la colonia donde se encuentra el albergue] era para venir a morir; muchos pacientes hasta tenían miedo”, dijo. “Cuando empezaron a haber los medicamentos y ya los teníamos más seguros, empezó a bajar el nivel de mortalidad y empezó a elevarse la calidad de vida”.
Desde que el albergue se abrió, aproximadamente unas 2,000 personas han vivido ahí, de las cuales unas 600 han fallecido y el resto, 1,400, se han dado de alta por mejorías y esperan que estén integrados en la sociedad y con sus familias, destacó Granillo.
A pesar de que Granillo consumió drogas y alcohol por muchos años, él nunca se contagió, pero afirmó que muchas personas piensan que no están en riesgo de contraer el sida.
“Yo conozco señoras que no son promiscuas, y que no usan drogas y que están infectadas”, dijo. “Hay unos que pensaron que no se iban a infectar, pero todos estamos en riesgo y eso hay gente que no lo toma en cuenta”.
Sin embargo, Granillo sabe que su labor sólo llega hasta cierto punto, ya que muchos pacientes salen de la casa y recaen en los vicios, lo cual hace que el virus del sida se vuelva más agresivo, a tal punto que el medicamento ya no surte efecto.
“El virus yo lo catalogo como que es muy abusado, muy inteligente y sólo está esperando que te descuides y en cualquier oportunidad que él tiene, se aprovecha”, apuntó. “Entonces, es una carrera entre el paciente y el virus, que si no te pones abusado él te gana”.
La misión de Granillo en el albergue es muy grande ya que sólo un 70 por ciento de los gastos son cubiertos por CIRAD, mientras que el otro 30 por ciento depende de la caridad de las personas.
Granillo se encarga de todas las gestiones administrativas y vela porque la documentación del albergue siempre se encuentre en orden. Uno de los sueños más grandes de Granillo es que el terreno de Las Memorias pase a ser propiedad del albergue para que siga sirviendo a los pacientes futuros.
“Yo siempre trato de tener los pies (sobre) la tierra, pero siempre buscando mejoras para la casa, que la gente esté bien. Que haya drenaje, antes no teníamos agua, ahora ya tenemos agua y electricidad”, expresó. “El tiempo nos va dando las respuestas y portándose bien, Dios nos ayuda”.
En Las Memorias existe un organigrama por medio del cual los pacientes se integran a ayudar en los quehaceres del lugar, como por ejemplo hay un coordinador de mantenimiento, hay un coordinador de seguridad y hasta un encargado de la bitácora para ver quién entra y quién sale.
“Desde que estábamos en CIRAD, nos han enseñado que hay un coordinador de cada área, pero es importante que cada paciente que vaya llegando, integrarlo al servicio para que se sienta parte de él, para que su autoestima se levante”, destacó.
Granillo, afirmó que a pesar de que muchos pacientes son dados de alta gracias a la intensa labor de Las Memorias, él no pierde las esperanzas de que un día el gobierno les brinde más apoyo, ya que lo ideal para mantener la casa serían alrededor de $40,000 pesos al mes.
“Pienso que (los del gobierno) deberían involucrarse más, valorar más nuestro trabajo, y que se den cuenta que alguien está haciendo lo que ellos deberían estar haciendo porque el estado hasta ahorita no ha puesto un albergue”, aseveró.
A pesar de que Granillo tiene que estar en una constante lucha contra sus adicciones, la de los pacientes y en una búsqueda imparable de donativos, él sabe que tiene un compromiso con los pacientes, con su familia, con la comunidad, consigo mismo y con Dios.
“(Mi trabajo) me encanta, me fascina. Esto es mi vida, yo pienso que aquí, hasta que la muerte nos separe”, afirmó.
ENGLISH VERSION
From a drug addict to helping patients with
HIV-AIDS
By Ana Cubias
El Nuevo Sol, May 23, 2007
In an empty lot surrounded by rats, dust, and covered with newspaper sheets, José Antonio Granillo felt he was at the bottom of his drug and alcohol addiction.
Fortunately in 1997, Granillo found a solution to his problems when he decided to enter a rehabilitation center in Tijuana called Centro de Integración y Recuperación para Enfermos de Alcoholismo y Drogadicción (CIRAD)/ Center for Integration and Convalescence for those Ailing from Alcoholism and Drug Addiction, a nonprofit organization with several centers in Baja California, Mexico.
Since that year, his life has changed.
“I spent 24 years doing drugs,” Granillo, 49, said. “Thanks to CIRAD, I already have 10 years clean of drugs.”
CIRAD not only gave him the opportunity to get out of his addiction to heroine and alcohol, but it also gave him the opportunity to serve as a volunteer in the hospice Casa Hogar Las Memorias, a hospice that helps patients with HIV/AIDS.
Granillo, now the director of Las Memorias, said the hospice has been operating for eight years since Jan. 4, 1999. The hospice started with eight volunteers from CIRAD, with the purpose of aiding low-income patients who have HIV/AIDS.
Since then, the hospice has turned to be Granillo’s life. Besides having to take care of patients, he also has to take care of himself and not be addicted to drugs again.
Granillo started using drugs since he was 13 years old. Now, after obtaining professional help, he has discovered that these addictions began due to the lack of attention from his parents.
“My father never told me: ‘Son I love you a lot, you are very important to me,’” Granillo said.
Granillo said that thanks to CIRAD and some workshops he has received, he has been able to deal with his traumas and he can now help the patients at Las Memorias.
The hospice has workshops that help the patients to be conscious of their addictions to drugs and alcohol.
“A lot of people think that alcohol it’s not a drug,” Granillo said. “Alcohol disintegrates families, you can die from it. It lowers your self-esteem and you can end up alone in the streets.”
Las Memorias is the only place in Baja California that helps poor people with HIV/AIDS. And the work of Granillo and others has transformed a hospice into something different.
“This house was created for people who were in the terminal phase of the illness and people used to think that Las Memorias was the place to come to die,” Granillo said. “But when we started to receive medicines, and we secured a steady supply, the mortality rate decreased and the quality of life increased.”
About 2,000 people have lived in Las Memorias since it was open. 600 have died and 1,400 have been released due to improvements in their health, and those patients have been able to reintegrate themselves to society, said Granillo.
Even though Granillo was addicted to drugs, he never got HIV, but he said that even people who live apparent normal lives are at a great risk to become HIV infected.
“I know women who are not promiscuous and who had never used drugs, but who have the virus,” Granillo said. “Some people think they never were going to get AIDS, but all of us are at risk.”
Granillo’s work in the hospice is important because CIRAD only covers 70 percent of the expenses and the other 30 percent comes from charity.
One of the biggest dreams of Granillo is that the land where the hospice is located on could belong to Las Memorias one day.
“I always try to keep my feet on the ground, but I always look for improvements for this house,” Granillo said. “We didn’t have water or electricity before, but now we have both.”
Granillo hopes that one day the government would give support to Las Memorias.
“I think that [the government] should get more involve and they should value our work,” Granillo said. “They should realize that we are doing what they have to be doing, because as of today, they have not opened a hospice.”
Despite the fact that Granillo has to look for charity to run and take care of Las Memorias, his commitment with the patients, the community, God, and himself is bigger than his struggle.
“I love my job. This is my life and I think I will be here until I die,” he said.