No saber si se tiene VIH es vivir ocultando la realidad
Por Rubén Burciaga
Vilma Mendoza, de 44 años, trabaja arduamente para educar sobre el VIH, algo que sabe de cerca porque ella misma lo padece. Originaria de El Salvador y madre de siete hijos, Mendoza le hace frente al padecimiento, no solamente creando conciencia entre la juventud, sino también ayudando emocionalmente a las personas que se acercan a Bienestar, una institución que suministra gratuitamente la prueba del VIH y socorre a enfermos de sida.
“Después de haber sido diagnosticada como infectada, la enfermera me dio información sobre Bienestar” recordó Mendoza. “Tardé varios días en buscar información, pues tenía miedo”, dijo acerca de la reacción a su realidad en 1995, cuando se sabía muy poco sobre la infección del VIH.
Mendoza aclaró que por aquel entonces había mucha más ignorancia y tuvo relaciones sexuales sin condón con su pareja, a quien iba a visitar habitualmente a la prisión. Pese a que ella sabía que estaba en riesgo de contagiarse con el VIH, continuó con el padre de varios de sus hijos, aunque nunca se ha casado.
Ya para 1998, Mendoza empezó a sentirse fatigada y con dolores en el cuerpo. Dejaba de ser “seropositiva” (termino usado para describir la presencia del virus VIH) y pasó a desarrollar el cuadro de sida. “No me gusta cuando me ven con lástima” aseguró, pues, según ella, no se debería hablar de una víctima, sino de una persona infectada.
Bienestar, una organización al servicio de la comunidad, le abrió las puertas a Mendoza.
“Bienestar tiene de todo: grupo de apoyos, examen gratuito (del VIH/sida) en sus diferentes oficinas, que son diez, consejería de tratamiento, terapia, educación en general, y para mí, es la mejor organización porque se enfoca en los latinos: mujeres, hombres, gay y lesbianas” confirmó.
“Me ayudan a buscar en dónde vivir”, reconoció Miguel Mendoza, de 40 años, un hondureño a quien le toma tres horas viajar en autobús desde Inglewood hasta la oficina de Bienestar en el este de Los Ángeles. Con una tos crónica y visiblemente debilitado, Mendoza testificó que Bienestar lo ha asistido después de caer de emergencia en un hospital.
“Aquí las personas no son pacientes, son clientes”, aclaró José de la Torre, educador de Bienestar en Van Nuys. De la Torre, quien tiene cinco años trabajando para Bienestar, afirmó que la organización ofrece la prueba del VIH, gratuitamente. Asimismo, tiene servicios de consejería, abogacía e intérpretes, para comunicarse con el doctor, la enfermera o el farmacéutico, además de programas de educación sobre el VIH/sida, tanto para adultos como para adolescentes, así como un banco de comida.
De acuerdo con De la Torre, cuando una persona es diagnosticada con el VIH, se procede a darle consejería, enfatizando que el estar infectado no significa la muerte, pues últimamente los medicamentos permiten vivir por mucho tiempo, siempre y cuando la persona siga un régimen alimenticio y tome el medicamento todos los días.
“Los latinos no se hacen la prueba a tiempo y el medicamento no funciona cuando la enfermedad ha avanzado”, reveló Richard Zaldívar, un activista que crea conciencia en la comunidad sobre el VIH/sida. “Somos criados para ser compasivos, pero vivimos negando demasiadas cosas”, reflexionó.
Zaldívar fundó The Wall/Las Memorias, un monumento en el Parque Lincoln, para recordar a las personas que han muerto de sida. El activista afirmó que escogió el parque porque es allí donde la gente está y de alguna manera se debe crear conciencia sobre la enfermedad. Para él, es importante educar y asistir a nuestra gente (latinos), ya que está llena de tabúes y falta de información.
The Wall/Las Memorias, también apoya a Casa Hogar Las Memorias en Tijuana, un albergue que da refugio y acceso a atención médica a personas de escasos recursos contagiadas por el VIH. El albergue atiende a un buen número de personas de origen mexicano o centroamericano que han vivido en California.
Si hay algo en lo que todos los grupos que luchan contra el VIH/sida están de acuerdo es en la necesidad de promover la prueba del sida entre los latinos.
“Queremos que la gente que se ha puesto en riesgo de contraer el VIH se haga la prueba cada seis meses”, advirtió Jim Key, representante de relaciones públicas del Gay & Lesbian Center, una institución de Los Ángeles donde se atiende a cualquier persona, independientemente de su orientación sexual.
La institución alberga el Programa Juventud VIH Pedro Zamora, en honor uno de los primeros activistas contra el sida que murió de esa enfermedad a muy temprana edad. El programa proporciona servicios para jóvenes entre las edades de 16 a 25 años, ya sean VIH positivos o negativos.
Además del examen gratuito del VIH, el Gay & Lesbian Center facilita terapias para mejorar la calidad de vida de los pacientes, servicios quiroprácticos y acupuntura; manejo de casos para personas que necesiten atención especial, tal como servicios sociales, servicios clínicos y programa de recuperación de adicciones.
“Entre los latinos y afro americanos hay un estigma que (el sida) es una enfermedad de homosexuales”, Amy Reichbach, educadora de salud del Klotz Student Health Center de la Universidad del Estado de California, Northridge (CSUN). Para Reichbach, lo mejor es que la gente que tiene la enfermedad salga a la luz para que se vea que es algo que le puede afectar a cualquiera.
Reichbach confirmó que los estudiantes de CSUN se pueden hacer la prueba del sida gratuitamente, si califican, o a un costo muy módico.
“Tenemos dos clases de exámenes confidenciales: el de sangre y el oral, que son muy rápidos de hacerse”, declaró Reichbach. La educadora indicó que es muy importante la prueba del VIH, pues los síntomas del sida podrían tomarse varios años en hacerse evidentes, mientras se sigue propagando el virus, además de no someterse a un tratamiento que podría ayudar a la persona infectada a vivir más años.
Si el individuo es VIH positivo, el Centro de Salud de CSUN dirige la persona a una institución especializada en un tratamiento adecuado. Pero si la persona es negativa, el Centro de Salud proporciona consejería sobre cómo seguir sin contagio o, en todo caso, reducir el riego de infectarse con otras enfermedades sexuales.
“Sí, necesitamos mucha educación sobre el sida, pero yo creo que la importancia de todo está en la comunicación”, advirtió Vilma Mendoza, mientras se preparaba para seguir atendiendo a los clientes de Bienestar. “Creo que la comunicación es la solución a muchos de nuestro problemas, sobre todo la comunicaron con nuestros jóvenes”.