El arte ayuda a curar el estigma del VIH/sida
Por Vanessa Abner
Álex Alferov, Eduardo Obregón y Miguel Reyes tienen una cosa en común: los tres son pintores. Pero además de ser artistas, ellos expresan el dolor que viene al enterarse que un amigo, un vecino o un colega, tiene una enfermedad que no tiene cura: el sida.
Reyes y Alferov son dos de los seis artistas que, junto con Paul Botello, Hugo Crosthwaite, Kathy Gallegos y Yolanda González, fueron elegidos como pintores de un monumento con seis murales y dos paredes de granito en el Parque Lincoln, ubicado en el Este de Los Ángeles.
La idea de la colaboración del proyecto fue de Richard Zaldívar, director ejecutivo de la organización The Wall/Las Memorias, un grupo de voluntarios y activistas en contra del VIH/sida en la comunidad.
“El propósito del monumento es acordarse que la comunidad latina sufre y muere del sida sin querer decirle a nadie por miedo del estigma asociado con tener la enfermedad”, dijo Zaldívar.
El monumento The Wall of Las Memorias fue diseñado por el arquitecto David Ángelo y un artista público, Robin Brailsford. Hay ocho paredes en ángulos contrarios y un pasaje que lo lleva a uno al sitio donde hay seis murales. El pasaje fue creado en la forma del dios azteca, Quetzalcóatl, que representa el renacimiento. El monumento también tiene dos paredes de granito en donde se inscriben los nombres de las personas que han muerto de sida.
La construcción del monumento en el Parque Lincoln se debió a la rica historia de la comunidad latina en esa área y a la clínica de sida The Rand Schrader AIDS Clinic, en el Hospital General de USC, que se encuentra junto al parque.
Zaldívar dice que el monumento costó $700,000 y fue constituido gracias a una beca del estado de California, por medio del liderazgo del senador Gil Cedillo y la Ciudad de Los Ángeles.
Cada mural ha sido creado por artistas distintos, representando las seis caras de sida en la comunidad latina: “El sida y lo espiritual” de Álex Alferov, “Las familias y el sida” de Paul Botello, “Los niños y el sida” de Hugo Crosthwaite, “Las mujeres y el sida” de Yolanda González, “Los hombres y el sida” de Miguel Ángel Reyes y “El deporte-atletismo y el sida” de Kathy Gallegos.
Alferov pintó dos murales: “El sida y lo espiritual”, en donde escogió la imagen de la virgen, y “Los niños y el sida”. La idea de la imagen de la Virgen María le vino a la mente cuando él mismo se pregunto “Álex, ¿Qué es lo que tengo en común con la comunidad mexicoamericana? La mamá de Jesús”.
Cuando ya tuvo el concepto de lo que iba a pintar, Alferov se puso a pensar en la manera en que iba a presentar la imagen.
“Me puse a pensar ‘¿Qué es lo que miraba el bebé Jesús cuando se volvía hacia su mamá?’. Lo que resultó fue una imagen de una madre triste, pero consoladora hacia su bebe”.
En el principio, la imagen de la virgen cayo perfectamente con el tema de la espiritualidad y el sida, pero unas semanas después, la comunidad de Lincoln Heights protestó y la imagen de la virgen se tuvo que desmontar. Los protestantes argumentaron que era ilegal presentar una imagen religiosa en un espacio público como el parque.
Alferov una vez más tuvo que casar su creatividad con los límites de la comunidad y compuso una imagen de un niño asiático con los ojos cerrados.
“El niño es el futuro”, comentó Alferov. “El concepto es que el sida era y ya no es. Y esto es lo que significan las palabras encima del rostro del niño: ‘Alguna vez conocí a un niño con sida’ (I once knew a child with AIDS)”.
“El tener las palabras en rojo y no de otro color es significativo del pañuelo rojo que utilizamos para representar el sida”, concluyó Alferov.
Por debajo de el rostro del niño, se encuentran las palabras: “Here we Remember” o “Aquí Recordamos”, enmarcadas por dos mariposas, una a la izquierda y otra a la derecha.
Hasta la fecha, todavía no se ha colocado el retrato del niño que hizo Alferov en la pared del monumento.
Él es un inmigrante de origen rusoeslavo. Inmigró a Estados Unidos a los nueve años. En su país, de niño, después de la escuela, se escapaba a su parroquia ortodoxa para observar a un sacerdote que pintaba. De ese sacerdote pintor es donde se inspiró para un día él mismo convertirse en artista.
Alferov empezó a trabajar en la famosa Self-Help Graphics and Arts en los 80s con la fundadora y directora del programa, la difunta Karen Boccalero, quien le dio la oportunidad de entrar al programa. Desde allí, se involucró como artista en otros proyectos como en el Ehibition and Print Program, del cual fue director por más de doce años.
Otro de los artistas, el pintor Miguel Reyes, compuso el tema de “Los hombres con sida”. Su retrato tiene a dos hombres, uno a la derecha sin camisa y uno a la izquierda, con una camiseta negra.
Reyes nació en Colima, México y emigró a Estados Unidos para empezar su carrera como pintor. Empezó a pintar contra el sida en los 80s, cuando construyó unos de los primeros murales del sida llamado: “Mar Eterno”. “Esta pintura viene del escenario de la película After Midnight”, indicó Reyes.
“En medio de los dos hombres hay una barra dividiéndolos que significa una barrera, la enfermedad del sida”, Reyes continuó.
Detrás de los dos hombres, se miran unos círculos abstractos que, según Reyes, son luces de los carros que pasan.
Aparte de todos estos artistas creativos que formularon The Wall of las Memorias en el parque Lincoln, existen artistas como Eduardo Obregón que, en su tiempo libre, crean arte que expone el sida de una manera espiritual.
Otro de los artistas, Eduardo Obregón, también conocido como Eros, ensambló ocho cruces chicas hechas de cartón que colgaban de ganchos de ropa en el evento de artes y exhibiciones “Noches de Colores”, organizado en The Wall of Las Memorias.
Eros comenzó su viaje de pintor contra el sida cuando sus amigos y colegas poco a poco empezaron a morir sin conocer el motivo.
“Lo que en el principio parecía un caso de pulmonía, después se fue encontrando que era sida”, dijo Eros.
Él nació en Tijuana, México, de una madre joven y soltera. La mayoría de su juventud la pasaba pintando y allí es donde encontraba la soledad y el escape.
Cada cruz que Eros construyó representa diferentes etapas en la sociedad. La primera cruz, por ejemplo, representa a “La Mujer con sida”.
“Hay el problema de que el VIH está más asociado con el hombre. La mujer representa una voz perdida, pero presente: El ama de casa que de repente se encuentra con el virus porque su esposo ha sido infiel”, dijo Eros.
La cruz está colgada de un gancho de ropa y tiene una imagen de una mujer. En el medio de la cruz hay un condón usado.
La segunda cruz es del hombre afroamericano con sida. “El grupo afroamericano es un grupo que viene siendo el más próximo a los latinos, ya que muchas veces no hablan de la homosexualidad”, agregó Eros, “También hay un alto porcentaje en este grupo, como los latinos, expuestos a la droga cristal, sin reconocer las consecuencias de infecciones con el sida”.
En medio de la cruz, Eros eligió utilizar una bolsa con una aguja adentro, representando la plaga del cristal y del sida.
La tercera cruz representa “El Cholito”.
“El cholo se refiere a un ser humano que es representante de los latinos homosexuales, heterosexuales en las pandillas, que buscan amor afuera de donde tradicionalmente se encuentra”, dijo Eros. “Si tuviéramos más acceso informativo sobre la sexualidad, como más acceso a los condones, en las prisiones y en las escuelas, nuestra sociedad estaría mejor informada sobre el sida”.
La cuarta cruz representa “El Transexual”. En medio de la cruz está un condón usado y en la punta, una pastilla contra el sida.
La cruz siguiente representa un hombre homosexual blanco.
“La imagen de esta persona estereotípicamente es de una persona bien educada, sin cultura; pero el mensaje es que a pesar de tener acceso a información y no ser minoría, tiene sida porque no ha utilizado ese acceso a la información”, dijo Eros.
Las últimas tres cruces fueron dedicadas a amigos y compañeros que Eros perdió por la enfermedad. “Últimamente, las cruces personifican la cruz que Cristo cargaba, y a veces la cruz que las víctimas del sida cargan”, concluyó Eros.
Desde la perspectiva de Zaldívar, director de The Wall/Las Memorias, “todavía hay muchas cosas que le faltan al monumento de los murales, pero lo más importante es saber que una mamá que ha perdido a un hijo puede salir a meditar y pensar entre estos murales, que los hicimos”.
Si quiere acceder a una versión electrónica de los seis murales del monumento del Parque Lincoln, vaya a la siguiente dirección electrónica: http://www.thewalllasmemorias.org/0monumentmurals.html