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Especial para El Nuevo Sol/ Ricardo Urrutia

 

Hablemos de igualdad

Hablan de igualdad pero solo veo lo contrario, sin importar para donde voltee la mirada.

La mayoría de las veces solo si algo te pasa directamente te marca la vida, pero algunas veces una cadena de eventos, indirectos y cotidianos, te abren los ojos para enseñarte quien eres en un determinado lugar y momento.

Hace un mes una estudiante de CSUN se ofendió por un comentario que su profesor de audiología hizo en clase. Luego de explicar que los americanos usan contracciones como ‘could’ya’ y ‘would’ya’, el catedrático dijo que si alguien decía la frase entera iba a sonar como un ‘wetback’. Un mes después, y aunque se le prometió una disculpa oficial y una investigación profunda, parece que el mismo viento que se llevó las disculpas, escondió el incidente debajo de la alfombra.

Esta historia tiene varias semejanzas con los comentarios que hizo hace unos días el doctor ganador del premio Nóbel, James Watson, en un foro en Inglaterra. He said he was “inherently gloomy about the prospect of Africa” because “all our social policies are based on the fact that their intelligence is the same as ours - whereas all the testing says not really”.

Días después, y solo después de ser suspendido como consejero en el laboratorio donde trabajaba, ofreció disculpas públicas, mostrándose sorprendido por haber hecho un comentario tan desacertado. El hecho es curioso porque el que sea un reconocido científico, con cierto estatus en la sociedad gracias a sus diplomas, no lo hace un experto capaz de opinar de todo, ya que evidentemente su entendimiento de los problemas sociales del mundo no es tan profundo como su conocimiento de la estructura del ADN que le mereció el Nóbel de Medicina de 1962.

Similarmente, el hecho que este profesor tenga el control de la dirección de la clase y su contenido, no significa que tenga luz verde para perpetuar prejuicios contra ningún grupo étnico. El hecho que haya usado un término despectivo, que lleva una mochila pesada, llena de siglos de xenofobia y desigualdad, y no se ofrezcan disculpas en más de un mes dice mucho de la verdadera personalidad de la institución, el departamento de Desórdenes de la Comunicación, y el profesor.

Una universidad que se vanagloria de la diversidad de sus integrantes y de estar entre las cinco universidades que otorgan más B.A’s a Latinos, debería tener mucha más sensibilidad y eficacia a la hora de manejar asuntos como este.

Lamentablemente, su desinterés fue evidente desde el comienzo. Solamente después que el esposo de la estudiante afectada contactó los medios de comunicación y explotó la historia, los oficiales de la universidad respondieron. Luego, en lugar de ofrecer la disculpa merecida, que era lo único que deseaba la estudiante, decidieron hacer una burocrática, larga, misteriosa y políticamente correcta investigación, como la que LAPD hizo después de la golpiza que propinó a los manifestantes el pasado 1ero de Mayo.

Luego dirigí la mirada hacia mi propio departamento y medité sobre lo que significa que esta noticia fue cubierta por otros medios de comunicación, como Telemundo, a pesar que nuestro periódico estudiantil fue contactado por el esposo de la estudiante afectada inmediatamente después del incidente. Días después que salió la historia en televisión, me enteré en una conversación casual con el editor del periódico que nadie en la redacción se interesó en la historia.

Al mismo tiempo que asimilo ese eslabón de la historia, recuerdo lo fácil que es ver insensibilidad e hipocresía por todos lados. Asumimos que porque los movimientos de derechos civiles son recordados en documentales a blanco y negro, éstos son cosa del pasado. Asumimos que no hay nada más que mejorar en esta feliz democracia, en la que nuestro voto nunca elige al mejor candidato y las guerras se ven por cable en las mañanas, mientras tomas tu cafecito. Y lo peor de todo, asumimos que merecemos todo lo que disfrutamos y que nuestra manera de vivir es la mejor que podríamos tener.

Otra pieza más del rompecabezas es una votación reñida que hubo días atrás en el senado estudiantil. El voto final decidiría si es que se iba a apoyar oficialmente el Dream Act, que les daría a miles de estudiantes indocumentados la posibilidad de ejercer su profesión y aportar a la sociedad. El senador que dio el voto decisivo era un hijo de inmigrantes guatemaltecos que, luego de decir que conocía los dos lados de la historia, votó en contra porque estaba convencido que esos estudiantes indocumentados iban a robar trabajos en su perfecto futuro americano.

Algunos creen que por vivir en países democráticos y tener acceso a una educación superior entienden a la perfección la complejidad de nuestra diversa sociedad, pero ¿de verdad entienden el concepto de igualdad? Acciones dicen más que estas mil palabras.

Aunque es deprimente ver estos ejemplos de retroceso en la lucha por una verdadera igualdad, quiero creer que este ha sido un error de un par de individuos, y que no demuestra para nada la actual valoración que las supuestas ‘minorías’ tenemos. Y soy optimista porque en la universidad estuve en varias clases, con profesores que si comentaban de temas en los que eran competentes, en las que aprendí sobre lo mucho que hemos mejorado en cuanto a actitudes segregativas y lo mucho que tenemos que mejorar. Después de todo fue aquí donde aprendí, entre otros, de Aldous Huxley, quien dijo “The more you know, the more you see”.